Me agarró un ataque de ansiedad en el que todo lo que podía hacer era arrancarme las uñas y comer, comer y arrancarme las uñas. Tuve el mal humor de mi vida, quería que todos se callen, desaparezcan, que piensen un poco en la cantidad de idioteces que dicen por minuto, que se queden quietos, que no perturben mi mundo, necesitaba un poco de armonía, o paz, o algo que me aleje de todo. Llegue a mi casa y no pude dormir, me largue a llorar como una nena de cinco años y decidí salir a caminar, y camine como 30 cuadras, sola, sin poder pensar en mi sino en la gente y en lo extraño que son los lugares. Llegue a mi casa con un humor que no pude definir y acá estoy, nunca me entendí menos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario